Prisioneros en Tergain
por Guillermo Belziti
por Guillermo Belziti
Una monstruosa cicatriz desde la ceja derecha hasta el hocico atraviesa su rostro. El pelaje ya se muestra encanecido por los años. Sin duda alguna se trata de Zyar. Era evidente que estos pobres seres habían sido víctimas de abusos inmensurables. Por un momento sientes que tu profesión de pirata podría una sarcástica manera de traer justicia en un mundo insensible, como si fuera un Robin Hood de los nuevos tiempos. Continuabas perdiéndote en tus divagues cuando la voz rugosa del canus más anciano te hizo regresar a la realidad. |